jueves

Sánchez


"Felices, dieciocho, Carlitos.
Perdón, usted ya es un señor.
Nuevo señor Sánchez
(tío Cómodo, 2006)".

Ay! las reuniones con los Sánchez. Ilustres que no lloran y ríen mucho. Nobleza que domina el "mundo" -que consiste en sus mujeres e hijos- con alto grado de rebeldía, escasez o divorcio. Hidalguísimos corredores que suelen pasar la posta de éxito a las últimas generaciones condenándolas a estar en el ojo de quienes nunca llegaron/llegamos a ser mucho. Así son ellos. Ortodoxos, compañeros, reaccionarios, machistas, amantes de Lucha Reyes y un buen cebiche los fines de semana y, sobre todo, gente de familia. Esto último, quizás, lo único rescatable. En fin, sus coloridos concilios pueden llegar a ser muy divertidos. Pero esto sólo se percibe las cuatro primeras veces. Luego se convierte en una rutina de loas al honor del apellido y burlas desenfrenadas al resto (el populacho). El espectáculo es esencialmente asqueroso, pero divertido si se mira desde una puesta en escena. Un guionista de teatro de burguesía parodiada podría recibir harto material de tan singulares tertulias. Finalmente, sin embargo, la temática familiar es la misma que en todas: regodeos, zalamerías, presunciones... toda una mascarada renacentista.

Nestor Sambolín. Cartel serigráfico. 1980

El día que cumplí 18, luego del tedioso discurso familiar, los tíos, sin permiso de mi señora madre y, por supuesto, con el consentimiento del señor Sánchez (o sea, su silencio) sacaron el trago. Se sentaron y degustaron frente a la mesa del patio trasero. Las duquesas, obviamente, ocupadísimas en la sala compitiendo por cual de los hijos lleva la mejor educación hasta ese día. Nosotros, los jóvenes, buscando con desesperada sutileza un interés común para pasar el resto de la noche. Así el día se agotaba, como los ojos de los bebedores, quienes milagrosamente reproducían más alcohol y poblaban la mesa de tristes botellas vacías. Fue entonces que un halo sorprendió la criolla monotonía: decidí darles una oportunidad más para convencerme de que valía la pena llevar su apellido. Me senté con ellos y mis primos.

'El Perú es el peor país -no se puede vivir tranquilo acá', fue la frase que, complementada de un rudo sorbo de alcohol, definió a mi tío Lucas y su patética pero real afirmación. Fauccet (mi primo) y yo, estábamos ya en la Católica y, con la vaaasta y humaniiiista educación que ahí se ofrece, no podíamos permitir que Lucas se epresara así: recurrimos a nuestras armas argumentativas. Tío Cómodo sólo observaba, cansino, reflexivo -cuando abre la boca su capacidad retórica es simplemente impresionante. Por su lado, tío Jonás, esperaba que todos expongan su postura para que al final, como el gran profesor de lengua y literatura que es, pueda cerrar la conversa con su facilidad de síntesis. No es complicado advertir que cada uno tiene un papel reservado en la escena, lo cual es repugnante. Como sea, luego de verificar conflictos sociales, fenómenos económicos y putrefacción política que nunca cambian, como el cachimbo cojudo que era (ese que quiere salvar el mundo por ver Diarios de Motocicleta), y al ver la conclusión de que lo mejor era salir del país -de hecho, media familia ha optado ya por eso-, se me ocurrió la estupenda idea de jugar a Haya de la Torre y decir semejante idiotez: Yo me quedo en el Perú, porque sé que puedo hacer algo por él y no huir, sino ser parte del cambio que todos anhelan, pero que pocos se atreven a realizar.


Un poco más y todos se levantan de sus asientos con pañuelo blanco en mano gritando al unísono SEASAP!! Las felicitaciones no se hicieron esperar. Todos hablando del nuevo presidente Sánchez con su régimen, esta vez, democrático para ponerle fin a tanta corrupción. Yo sólo podía darme cuenta del gravísimo error cometido y quería vomitar. Mis primos mirándome con miradas lastimeras y a la vez con alivio porque era el turno de calin para ser la nueva imagen de los Sánchez. Y lo peor de todo: yo mismo lo acababa de confirmar.

Es obvio que nada de eso funcionó. Es más, yo renuncié al cargo (de presidente o de Sánchez, da igual) ese mismo día. Con respecto a mi opción de permanecer en el Perú, me mantengo. No pienso irme, por lo menos no ahora. Pero no porque pueda hacer algo por el país, sino porque el país ha hecho mucho por mí. Por otro lado, a pesar de que no me considero nada Sánchez, los estimo mucho. En realidad, iba a decir que me son totalmente indiferentes pero con la éterea melodía de Trespassers William (que hace dos horas vengo escuchando) es imposible el desdén. Además, el tío Jonás está próximo a casarse y un nuevo Sánchez se alista para dar su aparición. Que pena por él, pero así es la vida, a todos les toca y yo ya me zafé. Ahora es mi turno, según la tradición, de burlarme de la pobre víctima. No más. = )

4 comentarios:

Solange dijo...

creo que aún soy una cachimba cojuda.. pero no he visto esa película

"Pero no porque pueda hacer algo por el país, sino porque el país ha hecho mucho por mí"
me encantó esa frase (:

no sé si seguir la pauta familiar: todos son anormales a su manera..

yo.. no sé x(

bi japi (:

Koala dijo...

Sánchez : alto grado de rebeldía ,escasez o divorcio =$

En mi caso: Sentimentales,amigueros,borrachos? y orgullosos XD

Sánchez! Sánchez!
Que vivan los Sánchez

o.O

[[me gusta demasiado la primera canción..]]


Saludos
:)

Calín dijo...

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1.Sánchez leer esto.

2.Sánchez amargar.

3.Calin no importar

;D

Solange dijo...

sanchez leer esto??
uh! picante! picante! mecha mecha!!
pero "3.Calin no importar" ya dice mucho x.x

bi japi (:

 
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