martes

Terapia

Ew. Jugando con el vello púbico.


Estos días han sido particularmente divertidos, me comuniqué con una amiga/amigo que no veía hace mucho: Pila, quien me ha hecho reir nuevamente con vulgar desenfreno. Ayer nos encontramos, solo para robar una chompa bastante abigarrada, por no decir grotesca, de Hello Kitty, probablemente para trapear el vómito o la sangre que derramamos intencionalmente con fetichismo enfermizo. De más está decir cómo me alegró el día (qué rayos, la semana) verla comer pasto, ultrajar a Mila, morderse el pubis y joder a medio mundo sólo para reir enardecidamente. Hasta le acepté un "almuerzo" en Mundo Light, imagínense... yo, el que escupe colesterol y amante de grasas trans. En fin, menos mal que grabamos un par de videos (que no dejo de ver) que me destrozan el estómago a carcajadas de todo lo que hicimos. Espero que no me denuncie por difamación, que tanto está de moda, y que ya algunos quieren hacer.

Por otro lado, he salido de casa luego de tres días de encierro involuntario (descanso médico), he sacado buenas notas en Filosofía Antigua (cosa increíble pues jamás leí ningún Diálogo platónico que se me pidió, sino que todo mi examen está resuelto en base a un video educativo de YouTube), he andado con gente que me ha hecho recordar que somos amigos, Koala me visitó, Alienjo aceptó ser filmados este fin de semana con su novio la ardilla, me he mudado a Hobbiton y hasta he actualizado el blog -señal de que las cosas andan bien. Por lo menos, 'aparentemente' (como diría mi tedioso jefe de prácticas de Filo). Aún así, soy muy consciente de que ya me toca salir de la caverna pero me da miedo aún. Sé que, cualquiera sea el resultado de mis decisiones, será muy doloroso ver la luz. Es más, creo que hasta insoportable y corro el riesgo de quedar ciego. Por lo pronto, agradezco mucho a Dios todo lo que me toca vivir ahora. Sé que me alejo de su voluntad cada día, pero parte de su voluntad es mi libertad... y eso me alivia. Ahora, quiero dejar de estar embebido, lo cual va a requerir harto esfuerzo.

Esto ha sido parte de mi ocio semanal (sí claro, y a ustedes les interesa harrrrto). Dejo canciones de Portishead que colgué hace 2 semanas junto a un cuento. Al parecer, hirió la susceptibilidad de alguien y lo borró inmediatamente. No l@ culpo. Además, me da pereza buscar otras canciones.

viernes

Useless

insight-nyc.com
Goldfrapp - Utopia.mp3
Goldfrapp - Strict Machine.mp3
Garbage - The trick is to keep breathing.mp3

Estaba soñando con el departamento donde vivía de pequeño, cuando fui interrumpido con aspereza por mi madre. Normalmente, lo hace para avisarme, mejor dicho, exigirme la puntualidad académica que, obviamente, no tengo. Pero esta vez era diferente. El tono de su voz manifestaba recelosa urgencia, aquella que indica imprevistos de atención inmediata. Eran las 4:oo am.

Era Perry, un ancestral amigo que no veía hace mucho. Esto, gracias a un silencioso y mutuo acuerdo, porque, a pesar de que nos distancian diez minutos, no existe relación amical debido a ciertos "roces" que ahora considero estúpidos. Al verlo me convencí de lo irreparable de la situación. Creo en la amistad y la incondicionalidad que ésta conlleva. Así como, a pesar de que (en su mayoría) son mis amigos quienes suelen tratar de ayudarme, yo también creo poder hacer algo por ellos. Es simple, en esa ocasión, yo no estaba preparado para lo que vendría. Le habían robado la casaca, las zapatillas y todo el dinero que cargaba. Había sido golpeado, también, para ese objetivo.

Perry andaba de parrandas revolcándose en lo que cierta gente podría llamar escoria juvenil (o sea, donde corre de tooodo), pero que bien para uno puede ser una aliviosa salida de lo angustiosa que puede llegar a ser la vida. Cuando la soledad, el desamor y la mala suerte golpean con tal fiereza sin residuo alguno de compasión, vivir al margen de la vida no tendría por qué extrañarnos. El asalto que había sufrido no era nada comparado a su estado como persona. Él estaba hecho mierda.

No puedo narrar cómo Perry llegó a ser lo que es, estoy seguro que más adelante lo haré dedicándole las páginas que realmente merece. Basta saber que su padre está a cargo de una multitudinaria iglesia, su madre es la amabilidad en persona y sus hermanos estudian tanto acá como en el exterior. Como dicen... pasa en las mejores familias. Ni los veinte soles ni las Converse que le di compensarán lo que él me regaló una madrugada nebulosa y fría: utilidad. Por ahora eso es lo que más creo necesitar. Ya no un abrazo pasajero cuando me siento mal, sino confianza en mí para exigirme un lugar, unas zapatillas y, sobre todo, saber que, sin importarme el sueño o la comodidad de un cálido mueble, estaré ahí para agradecerles la confianza. No me importa ensuciarme con su mierda.

martes

Vértigo

fernandopintado.com


Existe un fenómeno genético que me resulta bastante triste ahora que lo pienso. No sé si han dado cuenta de los fines de año en que uno puede borrar apuntes mal hechos y pasarlos a limpio. Mejor dicho, botar y comprar algo nuevo en lo cual uno puede fundamentarse a uno mismo (y cuantas veces quiera). Esta tendencia "agendística" trata de los nuevos inicios. De la recreación de las situaciones, incluso a nivel cósmico. Uno tiene el total beneplácito de la fecha -31 diciembre- para recomenzar, dice la tradición.

En mi caso, uso los lunes porque mi inconsistencia hace que mis inicios sean constantes. De ese modo, tengo mucho que reiniciar semanalmente (lo haría a diario o a cada hora pero eso me volvería más demente aún). Lamentablemente, esto nunca funciona. Nadie recuerda un año (mucho menos una semana) de tu vida, sino que, lo hace enteramente. A pesar de que dependía de mis lunes, ahora los detesto y me estoy deshaciendo de ellos. Cuando los tenía podía dibujar y narrar universos utópicos en los que todo marchaba bien. Pero esa es una patética mentira. La verdad es que no existen las cosas nuevas.

Vivimos arrastrando lo que dejamos caer (amistades, oportunidades, objetivos), si creemos en los inicios estamos ignorando parte de nosotros. Es fácil hacerlo, y bastante conveniente; pero el resto siempre fabrica sus ideas acerca de nosotros de acuerdo al tiempo que pasamos con ellos, ya sean agradables o desastrozos, así también como cuentan nuestras ausencias. Simplemente, creo, se debe guiar la mirada al presente y si es posible pedir perdón por lo que uno es. La gente cambia, ese es un don divino, pero no un inicio. Cambia de acuerdo a lo que uno es. Lo que hemos sido, es lo que somos, dice Dream Theater, o para los más desorejados, Alejandro Sanz.

jueves

Sánchez


"Felices, dieciocho, Carlitos.
Perdón, usted ya es un señor.
Nuevo señor Sánchez
(tío Cómodo, 2006)".

Ay! las reuniones con los Sánchez. Ilustres que no lloran y ríen mucho. Nobleza que domina el "mundo" -que consiste en sus mujeres e hijos- con alto grado de rebeldía, escasez o divorcio. Hidalguísimos corredores que suelen pasar la posta de éxito a las últimas generaciones condenándolas a estar en el ojo de quienes nunca llegaron/llegamos a ser mucho. Así son ellos. Ortodoxos, compañeros, reaccionarios, machistas, amantes de Lucha Reyes y un buen cebiche los fines de semana y, sobre todo, gente de familia. Esto último, quizás, lo único rescatable. En fin, sus coloridos concilios pueden llegar a ser muy divertidos. Pero esto sólo se percibe las cuatro primeras veces. Luego se convierte en una rutina de loas al honor del apellido y burlas desenfrenadas al resto (el populacho). El espectáculo es esencialmente asqueroso, pero divertido si se mira desde una puesta en escena. Un guionista de teatro de burguesía parodiada podría recibir harto material de tan singulares tertulias. Finalmente, sin embargo, la temática familiar es la misma que en todas: regodeos, zalamerías, presunciones... toda una mascarada renacentista.

Nestor Sambolín. Cartel serigráfico. 1980

El día que cumplí 18, luego del tedioso discurso familiar, los tíos, sin permiso de mi señora madre y, por supuesto, con el consentimiento del señor Sánchez (o sea, su silencio) sacaron el trago. Se sentaron y degustaron frente a la mesa del patio trasero. Las duquesas, obviamente, ocupadísimas en la sala compitiendo por cual de los hijos lleva la mejor educación hasta ese día. Nosotros, los jóvenes, buscando con desesperada sutileza un interés común para pasar el resto de la noche. Así el día se agotaba, como los ojos de los bebedores, quienes milagrosamente reproducían más alcohol y poblaban la mesa de tristes botellas vacías. Fue entonces que un halo sorprendió la criolla monotonía: decidí darles una oportunidad más para convencerme de que valía la pena llevar su apellido. Me senté con ellos y mis primos.

'El Perú es el peor país -no se puede vivir tranquilo acá', fue la frase que, complementada de un rudo sorbo de alcohol, definió a mi tío Lucas y su patética pero real afirmación. Fauccet (mi primo) y yo, estábamos ya en la Católica y, con la vaaasta y humaniiiista educación que ahí se ofrece, no podíamos permitir que Lucas se epresara así: recurrimos a nuestras armas argumentativas. Tío Cómodo sólo observaba, cansino, reflexivo -cuando abre la boca su capacidad retórica es simplemente impresionante. Por su lado, tío Jonás, esperaba que todos expongan su postura para que al final, como el gran profesor de lengua y literatura que es, pueda cerrar la conversa con su facilidad de síntesis. No es complicado advertir que cada uno tiene un papel reservado en la escena, lo cual es repugnante. Como sea, luego de verificar conflictos sociales, fenómenos económicos y putrefacción política que nunca cambian, como el cachimbo cojudo que era (ese que quiere salvar el mundo por ver Diarios de Motocicleta), y al ver la conclusión de que lo mejor era salir del país -de hecho, media familia ha optado ya por eso-, se me ocurrió la estupenda idea de jugar a Haya de la Torre y decir semejante idiotez: Yo me quedo en el Perú, porque sé que puedo hacer algo por él y no huir, sino ser parte del cambio que todos anhelan, pero que pocos se atreven a realizar.


Un poco más y todos se levantan de sus asientos con pañuelo blanco en mano gritando al unísono SEASAP!! Las felicitaciones no se hicieron esperar. Todos hablando del nuevo presidente Sánchez con su régimen, esta vez, democrático para ponerle fin a tanta corrupción. Yo sólo podía darme cuenta del gravísimo error cometido y quería vomitar. Mis primos mirándome con miradas lastimeras y a la vez con alivio porque era el turno de calin para ser la nueva imagen de los Sánchez. Y lo peor de todo: yo mismo lo acababa de confirmar.

Es obvio que nada de eso funcionó. Es más, yo renuncié al cargo (de presidente o de Sánchez, da igual) ese mismo día. Con respecto a mi opción de permanecer en el Perú, me mantengo. No pienso irme, por lo menos no ahora. Pero no porque pueda hacer algo por el país, sino porque el país ha hecho mucho por mí. Por otro lado, a pesar de que no me considero nada Sánchez, los estimo mucho. En realidad, iba a decir que me son totalmente indiferentes pero con la éterea melodía de Trespassers William (que hace dos horas vengo escuchando) es imposible el desdén. Además, el tío Jonás está próximo a casarse y un nuevo Sánchez se alista para dar su aparición. Que pena por él, pero así es la vida, a todos les toca y yo ya me zafé. Ahora es mi turno, según la tradición, de burlarme de la pobre víctima. No más. = )

 
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